Babaji y el Siri Guru Granth Sahib

Sat Nam, soy Guru Amrit Kaur Khalsa de México. Fui la segunda esposa de SS Babaji Singh Khalsa y esta es la historia que tuvo con Yogi Bhajan en relación a la traducción del Siri Guru Granth Sahib.
Babaji conoció al Siri Singh Sahib en 1969 en los Angeles, Ca. Deslumbrado por sus enseñanzas y personalidad arrobadora, se quedó a vivir con él vendiendo sándwiches de aguacate para sustentarse y asisitir a todas sus clases y Sadhanas impartidas. Vivió a los pies del maestro, hasta que en 1972 Yogi Bhajan lo mandó a México a abrir un Ashram y esparcir las enseñanzas por toda Latinoamérica.
Babaji consiguió un crédito para abrir el Ashram, pero se quedó sin un centavo para nada más, ni siquiera para comer. Encontró un pedazo de carbón entre la fogata echa por los albañiles para calentar su comida y lo usó para escribir sobre un pedazo de papel ¨Clases de Kundalini Yoga¨. Lo colgó en la pared y esperó en meditación -como el maestro le había indicado-. Una semana pasó sin comer nada, sólo bebiendo agua, hasta que el primer estudiante tocó a la puerta. Era Guru Dev Singh el sanador de Sat Nam Rasayan quien lo hizo. Con el dinero de la clase le compró una piel en el mercado para la siguiente clase. Al tiempo, el Ashram creció, Babaji empezó a hacer yogurt para vender y pronto un negocio muy exitoso comenzó a penetrar el mercado. Los estudiantes del Ashram pudieron ser empleados y hacerse de ingreso fuera de las enseñanzas. Así es como una comunidad comenzó a desarrollarse. Sadhanas, clases de Yoga y Gurdwaras empezaron a ser parte de la vida de los ashramitas y otros estudiantes que venían de fuera.
Yogi Bhajan muy pronto comenzó a visitar México, dar clases y sobre todo Tantra Blanco en el jardín. Recuerdo la historia que nos contó Babaji en relación al maestro cuando estando en EU, saliendo de su habitación una madrugada en camiseta, le dijo a los discípulos que estaban afuera -incluyendo Babají- que la energía se había posado sobre él, que el Lama Lilan Po había muerto y que él era ahora el nuevo Mahan Tántrico. Más tarde sonó el teléfono. Era una llamada desde la India avisándole a Yogi Bhajan que el Lama Lilan Po había fallecido. Obviamente ya para entonces todos lo sabían.
Un día, Yogi Bhajan visitó México y le dijo a Babaji que se casara con una chica de la comunidad de EU, pero Babaji se rehusó y se casó con Bagwati, una estudiante que vivía en el Ashram con dos hijitos de su primer matrimonio.
Más adelante, cuando Bagwati se embarazó, decidieron que el parto fuera natural y en el Ashram. Sin embargo, las cosas no fueron del todo bien durante el alumbramiento y tuvieron que irse de emergencia al hospital más cercano. Babaji entró a la sala de parto. Al nacer el bebé, éste no respondía por más que el doctor trataba de hacerlo respirar con nalgadas y volteándolo hacia abajo. Cuando el doctor se dio por vencido, Babají tomó a su hijo y le dio de garnachazos con el dedo hasta que el bebé respondió. El tiempo sin oxigenación dejó a su hijito con los ojos cruzados y las manos contracturadas y tiesas. El doctor le prescribió unas medicinas para el sistema nervioso que Babaji decidió probar en su propio cuerpo antes de dárselas a su hijo y le parecieron demasiado fuertes. Desesperado, le llamó a Yogi Bhajan pidiéndole ayuda. El maestro le dijo que tenía que colocarle un Centenario de oro sobre el pecho noche y día y bañar diario al bebé en agua helada. Recuerdo una foto de Babaji con su bebito en una tina con hielos sonriendo. El maestro nombró al hijo de Babaji: “Guruka” o “el hijo del Guru”. Guruka es hoy un hombre sano, inteligente y feliz.
Unos años más tarde, cuando Babaji tenía 28 años, fue diagnosticado con cáncer en unos de los testículos. Se preocupó mucho porque quería tener otro hijo. Fue con el maestro y le preguntó qué hacer. Yogi Bhajan le dijo que se operara de inmediato, pero Babaji no lo escuchó. Prefirió hacer un ayuno de agua por 40 días y tratar medicina alternativa. No funcionó. En unos meses fue desahuciado. Así que decidió comprar un boleto a India, irse a despedir del maestro y viajar al día siguiente al Templo Dorado para morir allá. Cuando el maestro lo recibió, tuvo la compasión de sacarlo de su fanatismo al agarrarlo por las barbas, darle una buena zarandeada y gritarle que despertara, que quién se creía él para decidir cuándo se iba a morir si sólo Dios sabía. Lo mandó de vuelta a donde se hospedaba, meditar y comenzar la traducción del Siri Guru Granth en español. Esta vez Babaji lo obedeció con humildad, meditó y esperó. Unos días después el teléfono sonó. Era la Universidad de Stanford, ofreciéndole participar de conejillo de Indias en un plan piloto para probar la eficacia de un nuevo tipo de quimioterapia. De los 20 pacientes participantes, solamente Babaji sobrevivió el tratamiento. Babaji regresó a México y comenzó la traducción del Guru en español.

El cáncer le regresó a Babaji años más tarde cuando el Ashram estaba en su apogeo y los yogurts “Sat Nam” estaban vendiéndose en los supermercados. Babaji se hospitalizó en Los Ángeles. En esta ocasión, los doctores salieron de cuidado intensivo y les informaron a familiares y amigos que Babaji no pasaría la noche, pues ya no estaba produciendo glóbulos rojos. El primer discípulo de Yogi Bahjan que se puso turbante, llamado Guru Singh, trajo su guitarra y se pusieron a cantar el Ra Ma Da Sa toda la noche. A la mañana siguiente, Babaji estaba produciendo glóbulos rojos de nuevo. Su recuperación fue lenta, pero al tiempo regresó a la Ciudad de México a trabajar en la empresa de yogurts, dar clases de yoga y seguir traduciendo el Guru lentamente.

Babaji visitaba a Yogi Bhajan frecuentemente para pedir su consejo, así como cientos de otros discípulos lo hacían. Y cuando el maestro visitaba México (le encantaba Acapulco) a dar el Tantra Blanco o clases, Babaji servía de guardaespaldas. Babaji recordaba cómo Yogi Bhajan lo ponía a prueba constantemente para sacarlo de su marco mental. Durante las juntas de trabajo, le decía que era muy materialista en las negociaciones, y cuando cambiaba su postura, le decía que era demasiado blando para negociar y que así no traería dinero para el Ashram.
Una noche, cuando el maestro estaba quedándose en el Ashram de la Ciudad de México, Babaji se quedó cuidando la puerta de su cuarto. A la 1:00 am, antes de que empezara la Sadahana, salió el maestro y le pidió a Babaji un tipo de pan norteamericano llamado ¨sour bread¨o pan agrio. Obviamente ese pan no existía en México (aunque en México hay una gran variedad de panes deliciosos). El bolillo era lo más parecido que había en las panaderías, pero no en el Ashram, pues está hecho de harina blanca y no integral. Babaji salió a buscar el pan por todos lados; le tocó al panadero, lo buscó en casa de sus padres, por fin lo encontró en casa de un amigo. Y así hizo lo imposible posible, tocó la puerta del cuarto del maestro, él salió y Babaji le mostró en la mano izquierda un limón diciendo: “agrio” (sour) y en la mano derecha mostró el bolillo diciendo: “pan” (bread). El maestro sonrió, tomó el pan con el limón y cerró la puerta.
El tercer cáncer le regresó a Babaji. La traducción del Siri Guru Granth Sahib aún no estaba terminada. Esta vez Babaji entró a cirugía. La cirugía fue exitosa, aunque el doctor le dijo a Babaji que casi lo pierde durante la operación. Babaji estaba tan contento de que el tumor había sido removido, que no le preguntó al doctor la razón por la cual le dijo eso. Cuando Babaji regresó al Ashram, una estudiante le contó que había pasado algo muy extraño en una de las clases del maestro.: Yogi Bhajan estaba enseñando exactamente a la misma hora de la cirugía de Babaji cuando, en medio de una oración, cerró sus ojos y se quedó en estado meditativo unos segundos. De pronto, regresó a terminar la frase continuando con la leccción de yoga. Babaji recordó en ese momento lo que el Dr le había dicho sobre “casi te pierdo”, así es que le llamó inmediatamente y le preguntó que qué había ocurrido. El Dr le respondió que si no hubiera sido porque se le congeló la mano unos segundos hubiera cometido un error fatal. Babaji decidió tomar un vuelo pidiendo cita con el maestro. Entró a la cita y le preguntó sobre el asunto, pero el maestro no quiso contestarle. Babaji insistió hasta que el maestro le dijo: “Tuve que congelarle la mano al doctor unos segundos para que no cometiera un error fatal”. Babaji le preguntó que cómo lo hizo y el maestro respondió: “mandando un rayo de luz de mi tercer ojo, por supuesto.”
Más adelante, Yogi Bhajan fue a dar un Tantra Blanco a México. Durante una de las meditaciones, una nueva estudiante, que había llegado a vivir al Ashram con sus hijitos y que no había visto al maestro en persona, se sentó hasta atrás en una de las filas. Había escuchado cómo el maestro filtraba el karma de los estudiantes y rezó: “Oh, Guru permíteme tomar un poco del dolor físico que el maestro está sintiendo al filtrar nuestra basura.” En ese momento, un dolor inaguantable la invadió. No pudiendo soportarlo le pidió al Guru que se lo quitara porque no podía con él. Al final del Tantra, los alumnos pasaron al frente del estrado para pedir por sus nombres espirituales. Tenían que poner sus fechas de nacimiento dentro de una canasta. Cuando la estudiante lo hizo, Yogi Bhajan la miró y le dijo: “Tu nombre es Jai Ram Kaur. Gracias por tu bondad y deseo de sacrificio. Te invito a que seas mi secretaria si te sientes inspirada.” Jai Ram me contó esta historia con lágrimas en los ojos.
Al día siguiente las secretarias se juntaron con Babaji para hacer cuentas y éste les entregó la parte correspondiente para el Ashram de los EU. Yogi Bhajan partió y un par de semana más tarde, le llamó a Babaji por teléfono: “Babaji, dame mis 80 dólares”. Y Babaji le contestó que no, que no le debía ningún dinero, que le preguntara a las secretarias. Unos días después pasó la misma cosa, y Babaji insistió que no era justo. Yogi Bhajan insistió una 3era vez: “Babaji, dame mis 80 dólares. Esta es la última vez que te lo digo.” “Pero ¿¡por qué?!” contestó Babaji “Solamente porque sí” afirmó el maestro. “Lo siento maestro, pero yo no le debo ese dinero. Ya revisé de nuevo las cuentas y lo que le di a su secretaria es lo correcto.”
Unos meses más tarde, una situación muy penosa acaeció, dejando a Babaji sólo y sin dinero. Dejó el Ashram y meses más tarde, éste cerró, el negocio entró en bancarrota y él se divorció.
Se fue a trabajar en el interior de la república unos años, en medio de la selva. Nadie de la comunidad sabía dónde estaba y menos dónde vivía. Una vez, el Tantra se dio (sin Babaji) en otro lugar fuera de la Ciudad de México. Después del Tantra, el maestro le pidió a uno de sus alumnos que manejara y lo llevara a ver a Babaji. El muchacho le dijo que lo sentía mucho, que nadie tenía idea en dónde estaba, y que por lo tanto no había dirección alguna de su paradero. Yogi Bhajan le ordenó que tan sólo manejara. Y así lo hizo. Se fueron por la carretera y calles muy pobres, entre la vegetación y caminos de terracería hasta que de pronto el maestro le dijo: ”Detén el coche. Ahora caminamos.” Y así lo hicieron hasta que llegaron a una casita de madera arriba de un árbol. El maestro se trepó al árbol y platicaron. Babaji estaba en Shakti Pad. Pero el Guru a su lado.
Yogi Bhajan se fue y Babaji regresó a la capital. Comenzó una nueva vida, continuó con la traducción del Siri Guru Granth Sahib y dando sus clases de Yoga. Sin embargo, el cuarto cáncer regresó. Era un cáncer de Páncreas y se necesitaba mucho dinero, que Babaji no tenía para pagar los gastos de la cirugía. Preguntó aquí y allá por un préstamo, pero no tenía crédito pues años atrás se había quedado en plena bancarrota al liquidar a los trabajadores de la empresa con todo el dinero que quedaba inclusive el suyo. De pronto, un amigo de su padre (el cual ya había muerto) le llamó y le ofreció 7,000.00 dólares para su tratamiento. Babaji, lo aceptó agradecido y le preguntó a este hombre tan amable que porqué lo hacía y el hombre le contestó exactamente lo que maestro le dijo tiempo atrás: “Solamente porque sí.” Babaji había aprendido su lección.
Babaji sobrevivió la cirugía y meses más tarde todo el dinero se había ido por completo entre el hospital, los doctores y el tratamiento. Él estaba aún en cama, traduciendo el Guru, pero sin dinero para vivir y recuperarse. Un día mandó a una de sus estudiantes al banco por los últimos 300.00 dólares que le quedaban en la cuenta. ¡La chica regresó con 2000.00 dólares! Ninguno de los dos entendía de dónde venía el dinero. Mes tras mes 2000.00 dólares se depositaban en la cuenta de Babaji. Y gracias a ellos, Babaji pudo sobrevivir por una año, recuperarse y empezar a vender anteojos. Abrió un pequeño Ashram y comenzó a dar sus clases de Kundalini Yoga de nuevo. Entonces lo conocí. Era el año 1999.
Fui su segunda esposa y ahora su viuda. Recuerdo la última vez que vio a Yogi Bhajan. Volamos a EU sin que él tuviera documento alguno para poder entrar: ni visa, ni “greencard.” Cuando arribamos, se lo llevaron a un cuarto a puerta cerrada para ser cuestionado por los agentes estadounidenses. Yo esperaba afuera sentada y despreocupada, pues en ese entonces, no era yo aún su mujer, tan sólo una discípula y no sabía que no tenía papeles. Salió un oficial del cuarto y me dijo que no me preocupara, que todo estaría bien. ¡Quince minutos después Babaji salió con el permiso para visitar los EU! Yo no lo podía creer cuando me enteré. Le pregunté que cómo lo había logrado y me contestó: “Rezándole a Guru Ram Das para que me dejara ver a mi maestro de nuevo.”
Nos quedamos en Santa Fe y manejamos a Española. Era el año del 2002. Yogi Bhajan estaba muy enfermo y no podía recibir a los estudiantes o dar clases más. Estaba en cama y los estudiantes meditaban diario por su salud. Babaji me llevó al rancho y le pidió al estudiante que hacia guardia en la entrada que le dijera al maestro que estaba afuera y que quería visitarlo. Por supuesto que el guardia nos dijo que estaban prohibidas la visitas, pero Babaji insistió y aquél le avisó a la enfermera que estábamos afuera. La enfermera nos mandó a decir que nos fuéramos y que no la molestáramos de nuevo.
Babaji y yo pasamos el resto del día visitando a la comunidad y amigos hasta que se hizo de tarde y regresamos al rancho preguntando por Yogi Bhajan de nuevo. Esta vez la enfermera salió enojadísima gritándole a Babaji que dejara de pedir citas, que el maestro estaba muy enfermo, que no recibía a nadie y que sólo le estaba haciendo perder su tiempo. Babaji le contestó: “Pero enfermera, ¿qué hace Ud. aquí perdiendo su tiempo? ¡Vaya con el maestro a cuidarlo!” Se fue furiosa dándonos la espalda con un jalón de desprecio y desapareció. Babaji me dijo que lo sentía, que era tiempo de irnos de regreso.
Volvimos a Santa Fe ya casi al atardecer. Yo empaqué mis cosas y me puse la pijama. No tardó el teléfono en sonar. Era Babaji diciéndome que me pusiera mi mejor Bana, porque salíamos a ver al Siri Singh Sahib, que lo había echo llamar porque lo quería ver. Cuando llegamos al rancho, la enfermera había cambiado de actitud completamente. No la reconocía: estaba amable, sonriente y nos acompañó hasta la puerta. Entramos al domo. El maestro estaba tendido en la cama bellamente vestido. Cuando entramos me impresionó su realeza. Dijo que yo era una buena mujer. Sonrió mientras nos sentamos y le dijo a Babaji que él era su felicidad. Yo estuve callada todo el tiempo, sintiendo su gran luz y amor. Nunca he visto unos ojos tan amorosos, unas manos tan largas apuntando al cielo, ni sentido esa sensación de refugio último como el de él. Al final nos dijo que nos casáramos “antes de que el ciclo del tiempo se cerrara.” Me miró y me dijo que le dijera a mi exmarido que se limpiara la sangre. Mi exmarido sobrevivió un cáncer de próstata de 4º grado unos meses después.
Era jueves y nos casamos el domingo. Después de la boda, vimos al maestro de nuevo y me dijo que tocara el corazón de la gente y esparciera las enseñanzas con una metáfora que recuerdo del Siri Guru Granth, pues en esa época estaba ya corrigiendo la traducción en español: “…como aceite en el agua.” Unas lágrimas recorrieron sus mejillas mientras me dijo que jalara a Babaji conmigo. En ese entonces no sabíamos que Babaji moriría cuatro años más tarde.
Vi al maestro un par de veces más y me sorprendió el día en que me recomendó que llevara una piedra de ojo de gato conmigo, pues me ayudaría a resolver un gran problema que en ese entonces tenía y que no había confiado a nadie. Así fue, me ayudó completamente.
Cuando regresamos al aeropuerto, le dije a Babaji que ya era tiempo de que se hiciera unos exámenes de nuevo; pero me contestó que él no se iba a morir hasta que no terminara la traducción del Siri Guru Granth. Regresamos y comenzamos a trabajar en la traducción de nuevo. En 2004, una semana antes de que el maestro transitara, Babaji me dijo que fuera a Española. Así lo hice y tuve el honor de postrarme en plena gratitud, con mi cabeza en el suelo (como por tanto tiempo anhelé) al despedirnos de Yogi Bhajan cuando pasó su cuerpo sobre los hombros de los devotos.
Nuestra Sadhana continuó en el 2005 hasta que terminamos la traducción. Yo tan sólo corregía el escrito de lo que Babaji iba traduciendo. Terminamos al final del año. Era diciembre, Babaji llevó el Guru al impresor y le pidió que lo imprimiera en unas hojas color crema apergaminadas y con un diseño muy lindo de flores pálidas. La cubierta dura sería encuadernada y forrada de una tela española blanca y de algodón. El impresor le dijo que tomaría unos meses en llegar. Babaji accedió.
En enero del 2006 Babaji fue diagnosticado de cáncer de vejiga. Para entonces tenía un solo testículo, dos caderas de titanio, parte del hígado, páncreas, intestino y duodeno removidos. Sin apéndice, ni vesícula, sin un riñón, operado de un pulmón y sin poder ver de un ojo. Y era el hombre más alegre que jamás haya yo conocido. En una ocasión, viendo una de sus fotografías, le pregunté si no extrañaba poder hacer yoga, y me contesto: “No podré hacerme crecer dos piernas de nuevo, pero sí expandir mi mente para ser feliz. Eso se lo debo a mi maestro.”
Pasamos la mayor parte del año en el hospital. Guru Dev Singh el sanador llegó a visitar. Sadhu Singh había estado muy pendiente y acompañándonos todo el tiempo. Babaji se alegró mucho al verlos. Además, para entonces ya sabía que Guru Dev el sanador había sido la persona que había estado depositando los 2000.00 dólares aquél año de convalecencia. Platicaron de los viejos tiempos. Guru Dev me dijo que el Cuerpo Pránico de Babaji estaba muy débil ya. Yo lo sabía.
En noviembre Babaji decidió irse a morir al Ashram. Era martes. Si dejaba el hospital la prognosis era de 24 horas. Llegamos al Ashram y Babaji acomodó el respaldo de la cama y me preguntó si estaba yo cómoda. Yo no podía creer que hasta en ese momento se preocupara por mí, en mi comodidad. Me miró y me djio: “Ya sé que seguramente el doctor te dijo que me quedan 24 horas, pero me voy a tardar 6 días en transitar. ¿Estás cómoda?”
Mi familia y algunos amigos llegaron y nos sentamos en la cama masajeándole pies y manos. Los estudiantes del Ashram y toda la comunidad de yogis comenzaron a llegar de diferentes partes de México y EU. La familia de Babaji, estudiantes jóvenes y viejos, maestros e inclusive el Dr en una voz cantábamos alrededor de su cama. El cuarto estaba lleno y la gente cantaba mantras devocionales sentada en las escaleras hasta llegar a la cocina donde la comida se servía las 24 horas del día, pues seguían llegando de todas partes. Era una celebración de la vida.
El miércoles, uno de sus estudiantes organizó un grupo para ir por el Guru. Tocaron en la tarde la puerta de la casa del impresor, pero éste les dijo que era imposible tener el Guru impreso para el día siguiente, que ni siquiera la tela había llegado. Estaba aún en aduana. Insistieron y se quedaron cantando por la noche, mientras el primer Guru en español se imprimió forrado de una tela mexicana azul marino.
El jueves por la mañana Babaji cerró sus ojos y no los abrió durante todo el día. Seguíamos cantando cuando en la tarde llegaron los estudiantes con el Guru sobre la cabeza y el resto escoltándolo. Colocaron el Guru lentamente sobre su regazo y Babaji milagrosamente abrió los ojos lento y levantó con pesadez la mano pidiendo por una lupa. Su voz muy débil. Leyó así el Mul Mantra en español y cerró los ojos de nuevo. Yo continué la lectura del Guru, comenzando el primer Akhand Path jamás leído en nuestro idioma. La profecía de Guru Gobind Singh se cumplía. Seis días más tarde Babaji transitó como lo había dicho. Era domingo, un gran chubasco comenzó a caer…
A los pies del Guru,
Guru Amrit
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